Tiempo, espacio, gravedad, materia Ciencia

Mónica Bello
Comisaria artística, directora de Arts at CERN, Ginebra
13 Sep 2020
http://Pedro%20Torres

Es posible, pregunta un escritor a un físico, que tengamos una percepción engañosa del tiempo ya que, como habitantes de las llanuras, carecemos de la capacidad para discernir la complejidad del universo. En efecto, responde el científico, somos todavía habitantes de las llanuras que cuentan con la imaginación necesaria para percibir los mundos plurales y la riqueza en los fenómenos que nos rodean.

El tiempo, tal como ocurre con la gravedad, el espacio o la materia, es una noción cuya experiencia se aleja de los aspectos más prácticos de la vida. A pesar de que resulte esencial para los procesos abstractos propios de la ciencia y del arte, la comprensión común del tiempo parte de la experiencia sensorial más inmediata. Contrariamente a esta, en la ciencia se describe el tiempo mediante la existencia de escalas y niveles diferentes en la naturaleza. Es entre estos niveles, aquel que nos da la sensación del fluir del tiempo en conexión con el espacio que habitamos, el que produce efectos más sorprendentes e insólitos.

Detengámonos en la idea de que la mayor parte del universo, en su gran vastedad, está fuera de nuestro alcance para siempre. Que el halo de luz que transporta la información de un universo primordial, caliente, se ha extinguido y vivimos en un cosmos frío. En este, el fenómeno con el que concebimos el acontecimiento como parte de una serie temporal, se ha diluido en la amplitud de un pasado remoto, más allá de los límites abarcables por las sondas espaciales o los aparatos de observación astronómica más extremos. Podemos preguntarnos hasta dónde llega nuestra mirada y recrearnos en la futilidad de la pregunta. Bien es cierto que si tradicionalmente se había considerado el universo como la región contenida dentro de las fronteras de lo observable, en este punto de nuestra historia se acepta que nuestro universo comprende la totalidad de los acontecimientos imperceptibles, que son además determinados por el espacio-tiempo.

En Time Bends as We Come Closer, Pedro Torres se detiene precisamente en los planos singulares de la realidad, inspeccionándolos con las lentes de la ciencia contemporánea y con una singular visión artística. En las obras desplegadas se adivina un comentario y una atenta observación de las ecuaciones de campo de Einstein que revolucionaron la cosmología. A partir de estas, la idea de la gravedad como fuerza fue desbancada por la noción del tiempo y el espacio entretejidos en un continuo plano, el espacio-tiempo. El artista se aproxima metafóricamente a esta denominación de la gravedad como concepto extraordinario. Los efectos y puntos de contacto que se crean entre cuerpos y masas dispuestos dirigen la distribución de las piezas en la galería. El uso de los neones dispuestos en geometrías verticales y horizontales sugiere una relación de masas en un sistema entrelazado. Las geometrías del espacio son, en consecuencia, distorsionadas por la presencia y distribución de materia.

La tensión del ámbito expositivo se descifra a través del análisis que el artista ha realizado en torno a conceptos fundamentales que aunque guían el comportamiento de nuestro mundo, pasan desapercibidos en nuestro día a día. Si una gran masa como la Tierra ralentiza el tiempo en sus inmediaciones y este efecto produce que las cosas caigan en la superficie del planeta, arrastrándolas hacia abajo, cabe preguntarse de qué modo podemos intuir estos principios. Tomemos el caso de la alteración del tiempo y el modo en que fluye más lentamente en un campo gravitacional fuerte. Se trata de un hecho apasionante en particular a grandes escalas, que sucede en lugares de nuestro universo donde la gravedad es espectacular, como en el horizonte de un agujero negro. O, en una escala contraria, podemos considerar el individuo o los objetos en un sentido estricto que se emplazan en un entorno de tiempo y espacio tangible solo en la física clásica, pero que no existen en la mecánica cuántica. Invitando al espectador a ocupar un espacio donde los objetos individuales son constituidos a través del comportamiento, la posición y el contacto, el artista genera un ámbito destinado al entrelazamiento, que nos alerta de la extensión, complejidad y magnitud de los fenómenos de la naturaleza.

Las propiedades más asombrosas de las teorías físicas del siglo XX y los hallazgos posteriores en ámbitos de confluencia de las disciplinas de la cosmología, la astronomía o la física de partículas, no conciernen tan solo al mundo de la ciencia y los fenómenos descritos por ella. La filosofía y el arte cobran un papel decisivo en la transformación del conocimiento y en la toma de conciencia hacia una cultura más próxima a los dominios de lo no-humano.