Hablar de ríos (a propósito de árboles) Collage

Andrea Fernández-Vegal Avilés
11 Ago 2020
http://Hombres-que-lloran-rios

Me gustan los archivos de imágenes antiguas. Cuando comencé a hacer collage sacaba los recortes rebuscando en revistas o libros de ilustraciones, pero cuando descubrí la cantidad de imágenes que hay en archivos digitales se me abrió todo un mundo. Últimamente he estado recurriendo bastante al archivo de la biblioteca de Nueva York y a la revista The Public Domain Review para hacer mis collages de hombres que lloran ríos.

Mi búsqueda de ríos ha desembocado en una imagen de la que me gustaría hablar: una imagen del geólogo y cartógrafo Harold Fisk. Aunque los mapas no estén hechos con una intención artística este podría haber sido perfectamente su fin. Fisk realizó estos mapas en 1944, cuando trabajaba para el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU. Sus dibujos registran todos los cambios, tanto humanos como no humanos, que ha sufrido el cauce del Misisipi y sus afluentes desde el sur de Illinois hasta el sur de Louisiana. La representación superpone colores a modo de palimpsesto y ayuda a entender lo mucho que pueden llegar a cambiar los cauces. Esta zona del río en concreto, al encontrarse en una llanura sin apenas pendiente, cuenta con una gran cantidad de meandros, curvas muy pronunciadas que se forman por erosión y que con el tiempo se deforman cada vez más. En estas llanuras, el curso del río tiende a ser muy cambiante. Creo que es oportuno hablar de este mapa porque, aunque no lo parezca, se relaciona indirectamente con los árboles, y como en Chiquita Room hablamos de árboles quería aportar mi pequeña semilla.

 

En todos los cambios reflejados en el mapa hay miles de historias que contar. Pero voy a contar una muy concreta. Nos situamos en el año 1765 de la leyenda del mapa. Nuestro protagonista, el río Misisipi, alteró su curso de forma sorprendente a partir de este año y no es de extrañar que fue debido a los seres humanos. En concreto debido a la presencia de los colonos europeos, que son en este caso antagonista de la historia: una pieza clave que, a golpe de mover las cosas a su antojo, erosiona el diálogo que establecían el río y los árboles. El caso es que el antagonista de esta historia comenzó a abrir nuevos cursos, canalizar agua, despejar tajos y construir sistemas de compuertas, alterando con ello el curso natural del río. Más tarde, en el siglo XIX, aparecieron los barcos de vapor, compañeros fieles de los colonos, que surcaban el Misisipi para diseminar la cultura anglo-americana y comerciar. Estos barcos necesitaban alimentarse y devoraban sin saciedad. Los colonos, escuchando la petición de sus fieles compañeros, deforestaron bosques de miles de árboles que crecían a la vera del río para saciar su hambre. Nadie pensó entonces que cortar los árboles pudiese tener consecuencias.

Los árboles que se encontraban en las orillas amparaban y estabilizaban la ribera. Abrazaban el lecho con sus raíces afianzando la tierra y marcando el cauce de nuestro protagonista. Al desaparecer su guía, el río se quedo huérfano y comenzó a erosionarse, buscando otros caminos que acogiesen su curso. Los ríos están vivos y pasan allá por donde les es más propicio. No se extrañen después si el río pasa sin permiso por lugares que no les habían indicado. Si se mueve una pieza del entorno, en este caso los árboles, el medio cambia. El río, adaptándose a las nuevas circunstancias, se ensanchó y perdió profundidad. El agua creó caminos que llegaron a los pueblos cercanos. El río Misisipi en su búsqueda por un nuevo camino se desplazó hacia el este y se topó con su afluente, el río Kaskaskia. Caminaron juntos durante 16 kilómetros, pero el cauce del afluente no podía soportar el caudal de su padre. La población de Kaskaskia, antigua capital de Illinois, se vio inmersa en agua y separada del estado al que pertenece. Ahora solo es posible acceder a esta población por su estado vecino, Misuri. Además, muchos asentamientos coloniales franceses se vieron obligados a abandonar sus casas. Las inundaciones supusieron una gran pérdida cultural y física en el valle del Misisipi. Nunca se supo si el Kaskasia y el Misisipi se pusieron de acuerdo para vengar la inconsciencia de los colonos o si fue casualidad. Quizás los hombres lloran ríos por esta historia, o quizás no.

Hombres llorando rios_Andrea Fernandez-Vegal Aviles