Premios como panes Arte

Laura González Palacios
Directora de Chiquita Room
14 Oct 2020

¡Cómo son los premios en el arte!, ¿verdad? A veces parecen un timo y otras realmente son lo que parecen: reconocen un trabajo bien hecho, una trayectoria coherente, una originalidad. En ningún caso es interesante escupir hacia arriba así que hoy vamos a celebrar, especialmente, los merecidos galardones. Que sean estos los que se reparten como panes, por favor. Y si son tan bonitos como los del proyecto Baked de Formafantasma, mejor que mejor. 

Estos últimos días hemos brindado bien a gusto y abundantemente por dos premios nacionales de dos artistas de primera. Con ambas ha habido la ocasión y el honor de colaborar en dos proyectos colectivos propios. La primera noticia fue la del Premio Nacional de Ilustración 2020 para Sonia Pulido. ¡Qué fuerte, qué fuerte! Un hurra bien alto por esta autora brillante que ha sido premiada por “su amplia trayectoria a nivel nacional e internacional y su versatilidad, que abarca casi todas las áreas de la ilustración: novela gráfica, ilustración editorial y publicidad”. Se olvidaron de mencionar el arte y el amor, así que, desde aquí, volvemos a dar las gracias a Sonia por La Templanza, cuya edición para la exposición Arcana (Los secretos del tarot) es la obra más querida por el público chiquito, que la ha convertido en superventas de la galería y sigue llevándose todos los aplausos cuando la gente la contempla mientras va al baño.

Y hoy nos despertamos con otro notición: Raquel García-Tomás recibe el Premio Nacional de Música 2020. ¡Olé, olé! Otro hurra bien alto por esta compositora fulgurante que recibe este reconocimiento por “el carácter interdisciplinar, innovador y arriesgado de un lenguaje compositivo singular y propio”, “la calidad experimental de su trabajo” y “la amplitud y diversidad de su catálogo”.

Raquel, que no se lo creía por su juventud, fue quien compuso el tema Espiritual para el proyecto Canciones de repente cuando ya estaba en la cama: una locura máxima y muy divertida a partir del libro de poemas ilustrados de Pere Ginard que, como no tenían música a pesar de llamarse así, lo que decidimos fue invitar a diferentes bandas a ponérsela.

 

Para acabar, un repaso por los premios de otra de nuestras grandes del arte preferidas, Esther Ferrer, ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas en 2008 y del Premio Velázquez de Artes Plásticas en 2014. En esa época, Chiquita ya tenía opinión, e inauguraba la sección Momento F(l)an de Radio Fluorescer con esta mujer de bandera. Para el recuerdo su encuentro en un paso de cebra de Barcelona

– ¿Pero me conoces? Espetó Esther.

– Yo te amo, dijo Chiquita.

Cómo no amar a la reina de la performancia, pionera de la performance radical y conceptual en la España de los años sesenta, cuando entró a formar parte del grupo musical de vanguardia ZAJ, con Juan Hidalgo, Ramón Barce y Walter Marchetti e influenciados por el neodadaísmo o John Cage. Fue allí donde hizo del arte de acción su principal medio. Cómo no amar a una mujer que al ganar un premio Velázquez pronunció: “con que me den un premio no me van a callar la boca, no me van a impedir decir lo que pienso, y creo que la cultura en España es un desastre, hay que ayudar a todos los creadores, no entiendo por qué los artistas tienen que ser los más desfavorecidos, sé que hay gente que lo está pasando peor que los artistas, pero la creación en general, está sufriendo mucho.”

Palabras que por desgracia y por la situación que atravesamos, hoy en día son más actuales que nunca. Pero bien, lo más interesante de esta gran artista es su declaración de intenciones y el motor de su trabajo. Esther Ferrer siempre ha predicado un arte libre de interpretación, que no condiciona al espectador y que se enriquece a partir de las experiencias, los gustos y las preferencias personales de cada individuo. Y esta concepción del arte es la razón de ser de Chiquita Room.

Hasta el 7 de febrero, se pueden ver cositas suyas en la exposición Acción. Una historia provisional de los 90 en el MACBA.